Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

lunes, 15 de febrero de 2010

Sobre la arena

Sé que después de todo lo que está lloviendo, el agua arrastrará todas las palabras rotas. Los cadáveres de los fantasmas estarán en el asfalto marrones por el barro. El miedo se habrá colado por las alcantarillas y veré sus ojos amarillos reluciendo debajo de las rejas. Esas nubes negras que flotaban por encima de mis pensamientos, simplemente, desaparecerán. Y en una playa llena de gaviotas y perros jugando con las olas, me tiraré a reír. Hundiré los pies en la arena caliente; miraré la luz sin gafas de sol y se tostará mi piel sin prisa, por las caricias del viento. Llegará el mago, dibujará un mensaje secreto en el cielo y sacará de su chistera todas las mentiras, convertidas en caracolas, cuyo eco no volveré a oír, porque dejaré que se pierdan en el fondo del mar.
¿Y qué pasará conmigo? No diré nada más, porque terminaré desenganchándome de mi adicción a las palabras. Me conformaré con que seamos amantes, pero de esos que no hacen daño, porque a pesar de saber que su amor es imposible, saben que merece la pena vivirlo.
Así que iré preparando la cesta. Hacen falta pocas cosas. Ni siquiera bañador. Porque para empezar el viaje, ya lo decía Machado, hay que ir ligera de equipaje.

2 comentarios:

Amylois dijo...

Que preciosidad!!!
Excelente relato!!!

Besos.

Pamela dijo...

cuando se sienten esas cosas..

me encantó lo que escribiste!
espero que empieces llena de fuerzas ese viaje..