Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
El árbol de la esperanza
Intentando alejarme de las tonterías insignificantes que yo llamo mis problemas, encuentro una noticia que me ha llamado mucho la atención. Se trata de la noticia de la tala del árbol de Ana Frank, afortunadamente, parece que por el momento no se va a producir la tala ya que un juez lo ha prohibido.
Hace años leí el famoso Diario de Ana Frank, que me impactó de sobremanera. No es nuevo para nadie que el genocidio, cometido contra los judíos, fue una de las masacres más abominables de la Historia. Ninguna guerra salva a los más débiles de sufrir horrores inhumanos, nadie merece un trato semejante y ojalá jamás volviera a ocurrir algo semejante. Sin embargo, parece que aún hoy, no aprendemos de nuestros errores y los seguimos cometiendo, sin importarnos demasiado. Pero, a la gente le aburre oír en el telediario noticias sobre la guerra en Irak. ¿A quién le importa el conflicto en Darfur? ¿Puede ser esto más importante que la decisión de Fernando Alonso de escoger equipo para la próxima temporada o que la crucial ruptura entre los Duques de Lugo? Impensable.
Quiero creer que todo el mundo conoce la historia de Ana. Ana Frank nació en 1929, en Alemania. Su familia era judía y, se exilió a Holanda cuando comenzaron las persecuciones nazis. Sin embargo, el exilio no fue suficiente y, para evitar que les llevasen a un campo de concentración, Ana y su familia se escondieron, junto con otros cuatro judíos más en un escondrijo en un edificio de oficinas. Un poco antes, en su décimo tercer cumpleaños, su padre, Otto, le había regalado un diario. Ese diario recogió la memoria de Ana durante los dos años que estuvo encerrada, intentando salvarse del exterminio. Sin embargo, alguien les delató y el dos de semptiembre de 1944 fue trasladada a Auschwitz y más tarde al campo de concentración de Bergen-Belsen. Allí sobrevivió seis meses más. Murió de fiebre tifoide. Antes que ella habían muerto su madre, Edith y su hermana Margot. De los ocupantes del escondite, sólo sobreviviría Otto, el padre, quien publicó el diario de Ana tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El diario de Ana relata todas sus vivencias. Sus emociones, sus pensamientos. Ana va cambiando, es una voz que, a pesar de su corta edad, retrata con una asombrosa profundidad el horror, el miedo atroz, la desesperación, la soledad de aquellos días, la incertidumbre. Ana miraba a un castaño desde la ventana.
«El castaño está en flor de arriba abajo. Además, está lleno de hojas y se ve mucho más bonito que el año pasado.» - Ana Frank, 13 de mayo de 1944
Ese árbol se ha convertido en todo un símbolo, un símbolo de libertad y sobre todo, de esperanza. La esperanza que mantenía viva Ana.
Ojalá su testimonio nos sirva para comprender y aprender. Yo quería dedicarle un espacio hoy a ella y celebrar que no talarán su árbol. Sea como sea, Ana siempre vivirá en su diario.
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3 comentarios:
ola loRena....
sin mas queria darte la enorabuena x el pianista...m lo e leido entero en dos diass!!lo descubri por casualidad y me e qedado con las ganas d ese ultimo capitulo y el epilogo...
pero he visto q ace mas d un año q no publicas...solo espero q acabes la historia.un beso
--IrE--
Precioso y bello tu post de hoy recordando a Ana Frank. Conozco la historia de esta niña como seguro mucha gente la conoce, pero está muy bien recordarla. Espero que nunca talen el árbol, aunque si esto sucediera, jamás se olvidaría una historia tan triste y conmovedora.
Besos tiernos y serenos, amiga.
** MARÍA **
Yo estuve en Auschwitz y creo que ver aquello ayuda bastante a relativizar la importancia entre Ana Frank y Fernando Alonso.
Salud!
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