Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

miércoles, 14 de abril de 2010

Mi corazón, contigo

Es ley de vida, lo sé. Pero no duele menos por ello. Nunca se está preparado para que la muerte nos arrebate a un ser querido y creo que, ni siquiera la religión más positiva que pueda existir, es un consuelo.
Sufro porque tú sufres. Y sé que hoy te veré llorar y no podré evitar llorar contigo. No sólo porque seas mi amiga del corazón, si no porque pienso en perder al compañero de toda una vida y mi alma se hace trizas. Levantarte en un colchón para siempre vacío de su olor. Saber que siempre vivirá en tus recuerdos, que hubo palabras que no tuviste tiempo de decirle, que nunca verá la carita de sus nietos y que, no te verá envejecer.
Ojalá pudiera escribirte, transmitirte algo que te reconfortara. Quisiera darte un abrazo fuerte, que desvaneciera tu dolor, tu pérdida, tu soledad. Lo que estoy segura, es de que aunque no esté en cada una de tus noches acompañándote, hoy estaré ahí.
Y, cada vez que tú me llames.

miércoles, 7 de abril de 2010

Borracha de realidad

Cuando no tengo las cosas bajo control, siento pánico.
En ese instante en el que detenidas ante mis ojos, se suceden las imágenes, mi mente intenta ir rauda y veloz a la caza de la solución que, como el toque de la varita mágica, pare los gritos, detenga a las manos que arañan la piel, haga desaparecer el ruido de las palabrotas, convierta el rencor en serenidad.
Quizá es ahí, en esa fracción minúscula de tiempo, en la que soy consciente de que no sé nada de la vida, de los sentimientos, del dolor, de la ira que ciega, de las mismas palabras, al fin, de las personas.
Esa es la realidad. Estás sola, debes decidir, elige bien porque si te equivocas, alguien sufrirá. Y tú no podrás dormir por el remordimiento. Conociéndote bien, no dejarás de martirizarte y pensarás que has elegido el camino equivocado y que deberías dedicarte a los números, a pasar productos por la caja del supermercado, a repetirte, una y otra vez, "lo estás haciendo bien", "todo va bien".
Pero al llegar a casa, vacías las manos y pesado el corazón, resplandece la verdad. La realidad te supera. La realidad te sorprende. La realidad, te desquicia.
No puedes ayudar a todo el mundo, no puedes hacer siempre lo correcto, dar en la tecla, acertar. No.
No puedes controlarlo todo.