Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

domingo, 31 de enero de 2010

Yo no juego

No me gusta jugar al escondite, aunque reconozco que a veces, yo también me he escondido. Tengo la impresión de que lo que debería ser un juego de niños, en demasiadas ocasiones se convierte en la rutina de muchos adultos.
Aunque sea la primera mentirosa, odio las mentiras. Aunque tenga miedo en muchas ocasiones, odio a los cobardes. Y si algo me he propuesto, es superar las tonterías que llevan persiguiéndome tanto tiempo.
Pero no me había dado cuenta de que aún no había puesto en marcha los motores. Mejor tarde que nunca. No quiero que en mi vida haya secretos, ni medias verdades. Como decía Sabina, lo peor de la verdad es que no tiene remedio.

viernes, 29 de enero de 2010

Demasiado

En estos días me ahogan las palabras. Son demasiadas palabras las que tengo que grabar en mi memoria; algunas sin mucho sentido ni utilidad; otras bastante complejas para retenerlas a la perfección. No me hace falta estudiar mi cerebro para saber lo maravilloso que es, ni tampoco para recordar que es imperfecto. Hay cosas dentro de esta cabecita que no seré capaz de comprender. Algunas veces ni siquiera me esfuerzo por entender por qué me comporta de esta o aquella manera. Es como preguntarte por qué has deseado algo que quizá no deberías. Cuanto más estudio al ser humano, más incógnitas me invaden. No me consolará saber que las glándulas suprrarrenales liberan corticoesteroides como los glucocorticoides y los mineral corticoides; tampoco me quitará el sueño la metáfora del ordenador ni la codificación a la que somete mi memoria a toda la información del mundo que me rodea. Me asusta adentrarme en todos los detalles que conforman nuestro mundo más interno. Me gustaría conservar el misterio, seguir creyendo que todo lo que me compone es misterioso y mágico, no darme cuenta de que mis hormonas controlan un gran porcentaje de mí misma, no entristecerme cuando me doy cuenta de que ese deseo tan pecaminoso, esa gula incontrolable, esa furia peligrosa...son simplemente fisiología humana.
Demasiadas palabras, ¿verdad? Demasiadas ideas, demasiados sueños.
Por más que lo intente, no tengo remedio. Quiero un mundo a mi manera y, aunque no lo tenga, soñaré con tenerlo.

miércoles, 20 de enero de 2010

El guerrero de cristal

Se llamaba Héctor, por el guerrero. Vino mucho antes de lo esperado, aunque fue recibido con grandes sonrisas. Era muy pequeñito, demasiado, y no podían abrazarle porque podía romperse. Sus papás le habían preparado un cuarto precioso, lleno de colores, cálido y tranquilo, pero como se adelantó, no pudieron llevarle a que lo conociera. Su camita fue una incubadora calentita, donde estaba resguardado del frío y el miedo. A través del vidrio, la familia que tantas ganas tenía de llevarle a casa, le observaban con anhelo. Querían que sus manitas y sus pies siguieran creciendo, que su cabecita se completase, que su corazoncito latiese y sus pulmones respiraran. El pequeño guerrero comía para hacerse más fuerte, para que, al salir, pudiera llorar con muchas ganas, en señal de protesta por todo el tiempo que había tenido que estar solo. No podía imaginar cuántas personas estaban rezando por él; ni siquiera sabía que una mujer muy buena le llevó agua de Lourdes para protegerlo de todo lo malo. Su abuela soñaba con pasearle en primavera por una calle soleada. Sus primos querían jugar con él. Y mamá y papá...esperaban contando los días, sintiendo que cada hora era una batalla ganada. Hace unos días, Héctor abrió sus ojitos. Echó un rápido vistazo a su alrededor y volvió a dormir.
Ayer Héctor cerró sus ojitos para siempre. El guerrero era tan frágil como el cristal. Sé que estará en un sitio bueno, y que aquí en esta tierra, se le echará de menos. Porque lo poquito que lo hemos conocido, lo hemos amado con toda nuestra alma. Y nunca le olvidaremos.

Para ti, Diana

domingo, 17 de enero de 2010

De vivir se trata



Vida
Charles Chaplin

Ya perdoné errores casi imperdonables, traté de sustituir personas insustituibles y olvidar personas inolvidables.
Ya hice cosas por impulso, ya me decepcioné con personas cuando nunca pensé decepcionarme,mas también decepcioné a alguien.
Ya abracé para proteger, ya me reí cuando no podía, ya hice amigos eternos.
Ya amé y fui amado, pero también fui rechazado, ya fui amado y no supe amar.
Ya grite y salté de tanta felicidad, ya viví de amor e hice juramentos eternos, pero también “rompí la cara" muchas veces.
Ya lloré escuchando música y viendo fotos, ya llamé sólo para escuchar una voz, ya me enamoré por una sonrisa, ya pensé que iba a morir de tanta nostalgia y tuve miedo de perder a alguien especial (y terminé perdiéndolo), pero sobreviví.
¡Y todavía vivo! No paso por la vida y tú tampoco deberías sólo pasar... ¡Vive! Bueno es ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivir con pasión, perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la VIDA es mucho para ser insignificante.

miércoles, 13 de enero de 2010

Querer

Es curioso. Será que me hago mayor y me hago más preguntas. Pero es una duda que me inquieta. No hago más que ver cómo la gente se dice que se quiere, a todas horas. Pone que se quiere en las fotos, se abrazan exclamándose que se quieren, querer, ay, el querer. Después, está la segunda parte. La parte en la que criticas a la persona que quieres, la parte en la que no estás cuando la persona que quieres te necesita, cuando te importa más cualquier aspecto relacionado con tu ego que con las personas que tanto dices querer.
¿Por qué regalamos con tanta facilidad un "te quiero"?
Siempre he sido una persona bastante cariñosa, sobre todo con mis amigos más cercanos. Pero cada vez que he dado un "te quiero" ha sido porque ha salido del fondo de mi corazón, y no del fondo de mi garganta.
¿Estoy volviéndome anticuada o será que doy demasiado valor a las palabras? A veces las palabras no son suficientes, y son los actos los que inclinarán la balanza de la confianza.
Sin embargo, a pesar de todo, prefiero que la gente se diga que se quiere, a que se diga lo contrario. Ojalá fuésemos todos realmente sinceros, diciéndolos en el momento adecuado, ni en exceso ni defecto. Porque que te quieran es maravilloso.
Aunque aún mejor es querer.

domingo, 10 de enero de 2010

Explosión

La gente se pone una venda en los ojos y echa a andar. Le da igual llevarse por delante a más personas, eso no importa, lo esencial es caminar. Da igual que alguien te intente ayudar, es un estorbo; puede que tenga razón, pero es mejor hacer oídos sordos.
Pues nadie me callará. Nadie. Porque cuando todo está perdido, a mí siempre me quedan las palabras, y la esperanza.