Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

viernes, 28 de marzo de 2008

Hace no tanto tiempo

¿Y no es verdad que las verdades se derrumban con demasiada facilidad?
Hace no tanto tiempo me recuerdo pensando sobre mis sueños, dibujando un futuro rodeada de personas que hoy no están a mi lado. Hace no tanto tiempo, no conocía la poesía y no creía que fuese tan pequeña, tan insignificante entre toda la Historia que compone a las historias. Hace no tanto, ni siquiera había pisado el avión, ni tampoco besado el cielo sintiendo las llamas del infierno abrasándome la espalda. Hace no tanto tiempo, me sentía una extraña en mi casa, no valoraba mi suerte, mi familia, mis manos y mis ojos. Ni siquiera imaginaba que pudiese recorrer el camino que ahora observo tras de mí.
No puedo negar que a veces camine y me sienta totalmente perdida, a pesar de reconocer todas y cada una de las calles por las que paso. No puedo olvidar el miedo que me angustia cada vez que me siento impotente, pensando que la vida y la justicia se marchitan cerca de mí y yo, espectadora impasible, sigo mi rutina sin actuar.
He cambiado más de lo que me podía imaginar; a veces no sé si me gusta la persona en la que me he convertido, echo de menos tantas partes de mí que se han esfumado sin darme cuenta. Pero quizá, crecer conlleva sus riesgos y las consecuencias de abrir los ojos es no poder volver a ser el inocente que eras.
Hace no tanto tiempo, yo fui otra, hace no tanto tiempo, me encerré. Espero en la crisálida, sin embargo, ya asoman mis alas deseosas de volar.

jueves, 27 de marzo de 2008

Bocanadas de aire


Por mucho que abría las ventanas, en la habitación no entraba aire nuevo. Cada noche sentía que conocía demasiado bien al oxígeno viciado. Había probado a huir a otros mundos, con excelentes resultados. Lo nefasto era volver a poner los pies en su tierra y darse cuenta de que el reloj corría en su contra. Probó a dibujar las primeras frases que la mano sintió llegar desde la boca, junto con tizas, se armó de valor para escribir las palabras en las paredes. Tocaba el techo e irremisiblemente, bajaba de nuevo para buscar un nuevo espacio en el que escribir confusión, las ideas se paseaban por otra cabeza, quiero ser un árbol, busco y no encuentro. Resbalaba una y otra vez hasta el suelo, esperaba, no llegaba nada. Se sentía muy sola en su cruzada, por mucho que llenara los muros con sentimientos, la verdad no aparecía. Y, una tarde como otra cualquiera, viendo pasar el tiempo y sintiéndose angustiada al contar los días que le restaban, se dio cuenta: estaba en el lugar equivocado.

domingo, 23 de marzo de 2008

Escuchando las voces calladas

A veces sentía el vértigo recorriéndola y tenía que apoyarse en lo primero que tenía a mano para no caer. Por su cabeza, miles de imágenes se proyectaban a la velocidad de la luz, apenas dejándole espacio para recordarlas, pero sintiendo la intensidad de cada una. Tras el vértigo se sorprendía a sí misma sintiendo miedo de lo visto, como si de premoniciones inevitables se tratasen. En muchos momentos, tras el vértigo sonreía, sacándole la lengua al espejo y recuperándose del cosquilleo.
Aquella noche, tras el vértigo llegó el silencio. Un silencio que la acogía sin pretensiones. La dejó vagar por su mente y, aunque no sacó nada en claro, la oscuridad se cambió por una tenue sombra. El vértigo la ayudaba a no olvidar que su corazón merecía ser escuchado, que debía mirar hacia delante creciendo desde el pasado y, que la vida esperaba a ser vivida con todas sus consecuencias.

viernes, 21 de marzo de 2008

Feliz cumpleaños


Hoy me despertaron cantándome Cumpleaños feliz. Sonreí al encontrar a las caras de los que quiero alrededor de la tarta de chocolate con las dos velas encendidas. Haciendo memoria, los recuerdos vienen a mí, algunos fríos, muchos cálidos. No puedo decir que he vivido demasiado pero en mi corta existencia, he tenido momentos por los que ha valido la pena estar aquí. Tengo muchísima suerte y no sé hasta qué punto soy consciente de ella: tengo una familia maravillosa, puedo hablar con libertad, tengo piernas y manos para construir y valerme por mí misma, y miles de sueños por cumplir. Así que gracias por acompañarme y quererme, por estar a mi lado, simplemente. Que sean muchos más a vuestro lado...

sábado, 15 de marzo de 2008

Italia, Historia de la belleza

Esta semana he estado paseando entre la Historia, más consciente que nunca de que somos sólo una minúscula parte de lo que existe. He visitado Italia, una tierra mágica llena de belleza y enigmas. Una de mis ilusiones era visitar Venecia, la ciudad misteriosa donde el agua bordea las casas, donde vivió el enigmático Casanova y tantas parejas se besaron sobre una góndola que paseaba a lo largo de los canales.


Me sentía como una niña pequeña que va descubriendo un mundo maravilloso y desconocido. Se despertaba mi curiosidad a cada paso que daba, conociendo las leyendas, alimentándome de los secretos de las piedras. Deseé al amor mientras avanzaba entre los pintores que dibujaban la ciudad y vendían su arte de valor incalculable por unos pocos euros, para que los mortales tuviésemos una parte de magia en nuestras paredes.

Es extraño como, de repente, te sientes tan unida a un lugar. Mis ojos no podían dejar de maravillarse contemplando la majestuosidad del Vaticano, escuchando a Benedicto XVI pero, sobre todo, observando como miles de personas se congregaban en la sala para escucharle, como venía gente de todos los puntos imaginables, como un grupo había preparado una canción preciosa, como nosotros nos emocionamos cuando nos mencionó, como escuché hablar en inglés, francés, alemán, español, italiano y polaco y pude ver más allá del fanatismo, de los dogmas, del poder...y encontrar a la esperanza en cada uno de los oídos que recibían las palabras como lluvia sobre la piel.

Roma, inabarcable, romántica, apasionante. Su grandeza, la Fontana di Trevi, donde nos ilusionamos tirando las monedas para regresar, donde nos fotografiamos creyendo en la eternidad de nuestra sonrisa enmarcada entre el mármol y el agua que cae. Las calles llenas, los vendedores de monumentos en miniatura que coleccionamos para llevarnos a casa el Coliseo o la Basílica de San Pedro.


Y entre todos nosotros, los turistas que sacamos fotos cual paparazzi, la realidad se cuela en forma de mendigos. Mendigos, hombres, mujeres, mutilados, con ojos tristes, que se arrodillan en las Iglesias, que llevan a sus niños con ellos, que escriben en cartones que les tapan las caras, que se arrastran por el suelo que han pisado millones de personas, entre los monumentos magníficos que ideó la humanidad para enorgullecerse de sí misma. Mientras ellos piden, nosotros compramos. Mientras ellos dicen grazie, nosotros pensamos en el próximo destino, en no perder el metro que nos llevará a otro punto por ver.


Pero nunca da tiempo, podríamos pasarnos la vida en un lugar como Italia y no llegar a verla completamente, como no vemos siquiera nuestra propia ciudad en su pequeña grandeza y su gran humildad. Pero al menos, podemos respirar la belleza y sonreír porque existe, y porque tenemos la suerte de poder verla.

Y desear conocerla un poco más. Y anhelar volver a ella...

martes, 4 de marzo de 2008

Animal nocturno

Últimamente me he convertido en un animal nocturno. Por el día sólo vago, deseando que transcurra un tiempo infernal donde no disfruto demasiado. Odio las prisas, los agobios, los silencios. Me cuesta tanto recorrer esas seis interminables horas de la mañana...que cuando vuelvo a casa, caigo rendida y me atrapa el sueño. A veces creo que ni siquiera pienso, sólo actúo movida por la rutina, ni siquiera el instinto tiene importancia. El día pasa y, cuando quiero recordar qué ha ocurrido, sólo veo sombras, palabras que escuecen, cansancio y aburrimiento, ganas de volar. Es a esta hora cuando salgo de la jaula con las alas doloridas por la presión. Contemplo la noche, disfrutando de su calma y me encuentro conmigo misma, con la verdadera, no con la sombra que lleva mi nombre y mi rostro en la luz. La libertad es extraña a veces. Siento que el tiempo resbala en mis manos, intento sujetar lo esencial, pero se resiste, supongo que no es un buen momento para nada ni nadie.
Me confieso a mí misma observando la noche como una gata callejera, en un panorama muy distinto, a la luz del flexo, las manos rápidas avanzando sobre el teclado. Y respiro, estoy respirando, estoy sintiendo, estoy creando, estoy sonriendo, estoy soñando.
Y finalmente, sigo viva aunque a veces lo dude...