Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

lunes, 25 de octubre de 2010

Esperando

No llega el frío. De nada sirve salir a buscarlo, porque vendrá solo, cuando sea la hora. Así que, sin más opciones, por la noche me acurruco bajo el edredón, cargada de deseo. Como siempre, la mesilla llena de libros, el corazón de recuerdos, la mente de nuevos sueños. Pero triste, espero al invierno.

martes, 6 de julio de 2010

Todos los nombres


Los recuerdos y los sueños. A veces sueño mis recuerdos, otras recuerdo mis sueños. Lo que más duele es vivir los sueños como si fuesen recuerdos. Estoy en otra piel que no es la mía, beso otros labios que no son los suyos, me ilusionan otras metas, mis conocidos son desconocidos. Nostálgica, soy demasiado nostálgica. En menos de un segundo se me llenan los ojos de lágrimas; a veces ni siquiera comprendo bien por qué. Supongo que tengo demasiadas heridas sin cerrar, todas con nombres propios, porque hasta a mis sueños rotos les puse el nombre de aquel que no llegó a ver la luz, pero que amé con todas mis fuerzas.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Aprender a desconfiar

Sí, tropezamos dos veces con la misma piedra; aunque pensándolo bien, creo que la cita se queda corta. Tropezamos infinidad de veces con la misma piedra y, lo más grave, una parte de nosotros mismos sabe que es casi inevitable.
Me gustaría llevar en la muñeca una pulsera con alarma que me alejara de las falsas apariencias, que me protegiera de la hipocresía y la mentira. Puede que tenga algo, dentro de mí, que se sienta atraída por la gente traicionera. El pensamiento más fácil quizá sea que, por desgracia, he tenido mala suerte.
Es una verdad enorme: tengo mucho que aprender. Ojalá fuese del tipo de personas que no confían fácilmente, que se resisten a cruzar el estrecho margen que existe entre la desconfianza y la confianza. Supongo que los golpes del camino, terminarán por endurecerme. Y eso es lo que más miedo me da. Porque nadie nos enseñó a distinguir entre una mentira y una verdad; está claro que mi intuición ha fallado bastante. Mi gran consuelo es que, más de una vez, ha dado en el blanco.

miércoles, 14 de abril de 2010

Mi corazón, contigo

Es ley de vida, lo sé. Pero no duele menos por ello. Nunca se está preparado para que la muerte nos arrebate a un ser querido y creo que, ni siquiera la religión más positiva que pueda existir, es un consuelo.
Sufro porque tú sufres. Y sé que hoy te veré llorar y no podré evitar llorar contigo. No sólo porque seas mi amiga del corazón, si no porque pienso en perder al compañero de toda una vida y mi alma se hace trizas. Levantarte en un colchón para siempre vacío de su olor. Saber que siempre vivirá en tus recuerdos, que hubo palabras que no tuviste tiempo de decirle, que nunca verá la carita de sus nietos y que, no te verá envejecer.
Ojalá pudiera escribirte, transmitirte algo que te reconfortara. Quisiera darte un abrazo fuerte, que desvaneciera tu dolor, tu pérdida, tu soledad. Lo que estoy segura, es de que aunque no esté en cada una de tus noches acompañándote, hoy estaré ahí.
Y, cada vez que tú me llames.

miércoles, 7 de abril de 2010

Borracha de realidad

Cuando no tengo las cosas bajo control, siento pánico.
En ese instante en el que detenidas ante mis ojos, se suceden las imágenes, mi mente intenta ir rauda y veloz a la caza de la solución que, como el toque de la varita mágica, pare los gritos, detenga a las manos que arañan la piel, haga desaparecer el ruido de las palabrotas, convierta el rencor en serenidad.
Quizá es ahí, en esa fracción minúscula de tiempo, en la que soy consciente de que no sé nada de la vida, de los sentimientos, del dolor, de la ira que ciega, de las mismas palabras, al fin, de las personas.
Esa es la realidad. Estás sola, debes decidir, elige bien porque si te equivocas, alguien sufrirá. Y tú no podrás dormir por el remordimiento. Conociéndote bien, no dejarás de martirizarte y pensarás que has elegido el camino equivocado y que deberías dedicarte a los números, a pasar productos por la caja del supermercado, a repetirte, una y otra vez, "lo estás haciendo bien", "todo va bien".
Pero al llegar a casa, vacías las manos y pesado el corazón, resplandece la verdad. La realidad te supera. La realidad te sorprende. La realidad, te desquicia.
No puedes ayudar a todo el mundo, no puedes hacer siempre lo correcto, dar en la tecla, acertar. No.
No puedes controlarlo todo.

jueves, 25 de febrero de 2010

La responsabilidad de decidir


Adoro a los niños. Son lo más puro, frágiles, mágicos. Aquel que le hace daño a un niño, es el ser más inhumano que existe.
Hace unos días, una compañera de clase nos contaba que cuando termine la carrera, su gran deseo es quedarse embarazada. Le gustaría ser una madre "joven". 24, 25 años. Me sorprendí a mí misma teniendo un escalofrío que me sacudió por completo. Mi compañera es toda una buscadora de nuevas sensaciones. Por eso, no me extraña cuando me dice "me aburro de que todos los días sean iguales", y, después de una larga tertulia, comprendo un poco mejor sus razones para tomar esa decisión.
Hace poco, aún jugaba a las casitas con mis muñecos. Vale, quizá no hace tampoco, porque el tiempo hace trampas, avanza demasiado raudo y aún no asimilo que ya soy adulta, pero de verdad. Hace nada, dejaba el instituto y comenzaba la universidad. Hace apenas un segundo, me daba cuenta de que en menos de un mes dejaré atrás una década para sumar otra. Y, ¿sabéis que es lo peor? No soy tan distinta. Sigo siendo miedosa y cobarde, siendo cometiendo casi siempre los mismos errores y teniendo las mismas manías.

Desnudándome un poco más, debo decir que hace un par de meses tuve un retraso (breve, brevísimo) de mi período. Por unos momentos, me entró el pánico. Aunque estaba segura de que era técnicamente imposible que lo temido hubiera ocurrido, mi futuro pasó ante mis ojos a la velocidad de la luz. Mis sueños de seguir estudiando, de viajar dentro de no tanto, fuera de casa, de probarlo (casi) todo ahora que estoy a tiempo, de llenarme de experiencias que luego poder contar, de trabajar (dentro de unos cuantos añitos, pero que sea de verdad) en lo que me gusta, de descubrir nuevos senderos. Todo quedó ensombrecido, en ese instante, cuando me planteé qué sería de mí si tuviese la responsabilidad de un niño. Supongo que grandes madres habrán conseguido criar a sus hijos y conseguir sus sueños, a pesar de ser precoces. Pero el presentimiento de que yo, en un momento, podía tener esa responsabilidad, me bloqueó. Aunque quiera, no soy independiente. No soy tan valiente. No soy tan sabia. No sé de la vida. No tengo recursos. No sé cómo se educa a un niño. A pesar de todo, los adoro. Pero no es mi momento para plantearme algo tan grande como la maternidad.
Pero, ¿y si hubiera pasado? Tengo muy claro cuál habría sido mi decisión. Y, desde luego, sé que en parte, me hubiera destrozado elegir, en parte egoístamente, en parte lógicamente, no tener a ese bebé.
Ser madre es una decisión muy personal, que conlleva una gran responsabilidad. Y podría escribir hojas y hojas sobre lo desacuerdo que estoy con las personas que tienen hijos como quien tiene una planta, sin planteárselo de verdad.
Y....¿a qué viene todo esto? A que estoy indignada. ¿Acaso las mujeres que abortan odian a los niños?, ¿acaso las mujeres que tienen que tomar esa durísima decisión la olvidarán como si nada? Como me gustaría que desapareciera la hipocresía y la empatía y el silencio llenaran muchas bocas.

domingo, 21 de febrero de 2010

Una especie difícil

Pequeños placeres: una cena con buena conversación. Escribir sin límites de tiempo ni espacio. Reír desde dentro. Un baño caliente y después, dejar que el viento seque el pelo. Una cama mullida, y compañía en ella. Un libro apasionante. Una canción para cantar hasta la saciedad. Una poesía que te desordene las ideas. Flotar en una colchoneta oliendo la brisa del océano.
Casanova experimentó el placer del sexo, el Marqués de Sade se hizo adicto al chocolate y la cocaína y el opio llevaron a Freud a contraer dolorosos cánceres de boca.
El deseo y el placer sin control, peligrosas armas para inconscientes. La adicción, a lo bueno o a lo malo. Afilado. Impactante. Absorvente.
Sería tan fácil abandonarse. Instalarse en una analgesia congénita, donde el dolor es sólo una utopía. Pero, cuánto vacío dejaría la ausencia del sufrimiento, de la rabia o la tristeza. Porque somos un puzzle rocambolesco, a veces sin mucho sentido, principio o fin. Caóticos. Demasiado adaptados. Supervivientes. Próximos. Llenos de rarezas y manías. Incomprensibles en muchas ocasiones. Masoquitas (o sádicos). Mentirosos. Maravillosos.
Complejos.

Adoro los placeres sencillos. Son el último refugio de las personas complejas.
Oscar Wilde

lunes, 15 de febrero de 2010

Sobre la arena

Sé que después de todo lo que está lloviendo, el agua arrastrará todas las palabras rotas. Los cadáveres de los fantasmas estarán en el asfalto marrones por el barro. El miedo se habrá colado por las alcantarillas y veré sus ojos amarillos reluciendo debajo de las rejas. Esas nubes negras que flotaban por encima de mis pensamientos, simplemente, desaparecerán. Y en una playa llena de gaviotas y perros jugando con las olas, me tiraré a reír. Hundiré los pies en la arena caliente; miraré la luz sin gafas de sol y se tostará mi piel sin prisa, por las caricias del viento. Llegará el mago, dibujará un mensaje secreto en el cielo y sacará de su chistera todas las mentiras, convertidas en caracolas, cuyo eco no volveré a oír, porque dejaré que se pierdan en el fondo del mar.
¿Y qué pasará conmigo? No diré nada más, porque terminaré desenganchándome de mi adicción a las palabras. Me conformaré con que seamos amantes, pero de esos que no hacen daño, porque a pesar de saber que su amor es imposible, saben que merece la pena vivirlo.
Así que iré preparando la cesta. Hacen falta pocas cosas. Ni siquiera bañador. Porque para empezar el viaje, ya lo decía Machado, hay que ir ligera de equipaje.

domingo, 7 de febrero de 2010

Desde dentro

La garganta se te llena de palabras, hasta tal punto, que no sabes si quieres llorarlas o escupirlas. En tu cabeza el dolor, la rabia, las dudas. Una parte de ti está perdida, la otra, ni siquiera sabes cómo estás. Porque aunque convivas contigo 24 horas del día, no te conoces tan bien como quieres. Y a veces, ni el tiempo ni el silencio sirven para curar las heridas. Tampoco escribirlos, ni reflexionar sobre ellos. No.
A veces la única solución es rodearte de buenas amigas y sacarlo todo afuera, aunque duela, que dolerá. Después, desnuda de apariencias, deja que te abracen y te mimen. Si la solución no viene entonces, al menos, llegará el alivio.
No estamos hechos para andar todo el camino solos. Y por eso estudio con tanto ahínco, porque quiero andar otros caminos, aparte del mío.

sábado, 6 de febrero de 2010

De principios



Tengo los pies fríos, pero las ideas claras. Cuesta, pero es inevitable. Estoy bastante cansada de las decepciones. Sobre todo las que tienen que ver con las personas.
Alguien me dijo una vez que era demasiado idealista y que debía ser más pragmática. Es curioso, yo también lo pienso y, sin embargo, no puedo hacerlo. Es algo que no controlo, simplemente dejo a mi intuición equivocarse; para ser justos, también acierta de vez en cuando. Gracias a ella, he encontrado a grandes personas que hacen que mi vida tenga más sentido, sea más bonita en todos los aspectos. ¿A costa de qué? De resoplidos, algunos "me equivoqué", otros "no era como me esperaba", "me traicionó", y el resto del repertorio lastimero que se desenrrolla cuando te das de bruces con la cruda realidad.
Por mucho que lo intente, no creo que pueda evitar que me engañen. Intentarán jugar conmigo. Podrán hacerme creer algo que no es cierto, incluso puede que abra mi corazón a quien no lo valora ni lo merece.
Sin embargo, por más que duela, soy una mujer de principios. Y el primero de todos es esencial. Antes del "no", siempre daré una oportunidad.
La indiferencia hace sabios y la insensibilidad, monstruos.
Dennis Diderot

domingo, 31 de enero de 2010

Yo no juego

No me gusta jugar al escondite, aunque reconozco que a veces, yo también me he escondido. Tengo la impresión de que lo que debería ser un juego de niños, en demasiadas ocasiones se convierte en la rutina de muchos adultos.
Aunque sea la primera mentirosa, odio las mentiras. Aunque tenga miedo en muchas ocasiones, odio a los cobardes. Y si algo me he propuesto, es superar las tonterías que llevan persiguiéndome tanto tiempo.
Pero no me había dado cuenta de que aún no había puesto en marcha los motores. Mejor tarde que nunca. No quiero que en mi vida haya secretos, ni medias verdades. Como decía Sabina, lo peor de la verdad es que no tiene remedio.

viernes, 29 de enero de 2010

Demasiado

En estos días me ahogan las palabras. Son demasiadas palabras las que tengo que grabar en mi memoria; algunas sin mucho sentido ni utilidad; otras bastante complejas para retenerlas a la perfección. No me hace falta estudiar mi cerebro para saber lo maravilloso que es, ni tampoco para recordar que es imperfecto. Hay cosas dentro de esta cabecita que no seré capaz de comprender. Algunas veces ni siquiera me esfuerzo por entender por qué me comporta de esta o aquella manera. Es como preguntarte por qué has deseado algo que quizá no deberías. Cuanto más estudio al ser humano, más incógnitas me invaden. No me consolará saber que las glándulas suprrarrenales liberan corticoesteroides como los glucocorticoides y los mineral corticoides; tampoco me quitará el sueño la metáfora del ordenador ni la codificación a la que somete mi memoria a toda la información del mundo que me rodea. Me asusta adentrarme en todos los detalles que conforman nuestro mundo más interno. Me gustaría conservar el misterio, seguir creyendo que todo lo que me compone es misterioso y mágico, no darme cuenta de que mis hormonas controlan un gran porcentaje de mí misma, no entristecerme cuando me doy cuenta de que ese deseo tan pecaminoso, esa gula incontrolable, esa furia peligrosa...son simplemente fisiología humana.
Demasiadas palabras, ¿verdad? Demasiadas ideas, demasiados sueños.
Por más que lo intente, no tengo remedio. Quiero un mundo a mi manera y, aunque no lo tenga, soñaré con tenerlo.

miércoles, 20 de enero de 2010

El guerrero de cristal

Se llamaba Héctor, por el guerrero. Vino mucho antes de lo esperado, aunque fue recibido con grandes sonrisas. Era muy pequeñito, demasiado, y no podían abrazarle porque podía romperse. Sus papás le habían preparado un cuarto precioso, lleno de colores, cálido y tranquilo, pero como se adelantó, no pudieron llevarle a que lo conociera. Su camita fue una incubadora calentita, donde estaba resguardado del frío y el miedo. A través del vidrio, la familia que tantas ganas tenía de llevarle a casa, le observaban con anhelo. Querían que sus manitas y sus pies siguieran creciendo, que su cabecita se completase, que su corazoncito latiese y sus pulmones respiraran. El pequeño guerrero comía para hacerse más fuerte, para que, al salir, pudiera llorar con muchas ganas, en señal de protesta por todo el tiempo que había tenido que estar solo. No podía imaginar cuántas personas estaban rezando por él; ni siquiera sabía que una mujer muy buena le llevó agua de Lourdes para protegerlo de todo lo malo. Su abuela soñaba con pasearle en primavera por una calle soleada. Sus primos querían jugar con él. Y mamá y papá...esperaban contando los días, sintiendo que cada hora era una batalla ganada. Hace unos días, Héctor abrió sus ojitos. Echó un rápido vistazo a su alrededor y volvió a dormir.
Ayer Héctor cerró sus ojitos para siempre. El guerrero era tan frágil como el cristal. Sé que estará en un sitio bueno, y que aquí en esta tierra, se le echará de menos. Porque lo poquito que lo hemos conocido, lo hemos amado con toda nuestra alma. Y nunca le olvidaremos.

Para ti, Diana

domingo, 17 de enero de 2010

De vivir se trata



Vida
Charles Chaplin

Ya perdoné errores casi imperdonables, traté de sustituir personas insustituibles y olvidar personas inolvidables.
Ya hice cosas por impulso, ya me decepcioné con personas cuando nunca pensé decepcionarme,mas también decepcioné a alguien.
Ya abracé para proteger, ya me reí cuando no podía, ya hice amigos eternos.
Ya amé y fui amado, pero también fui rechazado, ya fui amado y no supe amar.
Ya grite y salté de tanta felicidad, ya viví de amor e hice juramentos eternos, pero también “rompí la cara" muchas veces.
Ya lloré escuchando música y viendo fotos, ya llamé sólo para escuchar una voz, ya me enamoré por una sonrisa, ya pensé que iba a morir de tanta nostalgia y tuve miedo de perder a alguien especial (y terminé perdiéndolo), pero sobreviví.
¡Y todavía vivo! No paso por la vida y tú tampoco deberías sólo pasar... ¡Vive! Bueno es ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivir con pasión, perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la VIDA es mucho para ser insignificante.

miércoles, 13 de enero de 2010

Querer

Es curioso. Será que me hago mayor y me hago más preguntas. Pero es una duda que me inquieta. No hago más que ver cómo la gente se dice que se quiere, a todas horas. Pone que se quiere en las fotos, se abrazan exclamándose que se quieren, querer, ay, el querer. Después, está la segunda parte. La parte en la que criticas a la persona que quieres, la parte en la que no estás cuando la persona que quieres te necesita, cuando te importa más cualquier aspecto relacionado con tu ego que con las personas que tanto dices querer.
¿Por qué regalamos con tanta facilidad un "te quiero"?
Siempre he sido una persona bastante cariñosa, sobre todo con mis amigos más cercanos. Pero cada vez que he dado un "te quiero" ha sido porque ha salido del fondo de mi corazón, y no del fondo de mi garganta.
¿Estoy volviéndome anticuada o será que doy demasiado valor a las palabras? A veces las palabras no son suficientes, y son los actos los que inclinarán la balanza de la confianza.
Sin embargo, a pesar de todo, prefiero que la gente se diga que se quiere, a que se diga lo contrario. Ojalá fuésemos todos realmente sinceros, diciéndolos en el momento adecuado, ni en exceso ni defecto. Porque que te quieran es maravilloso.
Aunque aún mejor es querer.

domingo, 10 de enero de 2010

Explosión

La gente se pone una venda en los ojos y echa a andar. Le da igual llevarse por delante a más personas, eso no importa, lo esencial es caminar. Da igual que alguien te intente ayudar, es un estorbo; puede que tenga razón, pero es mejor hacer oídos sordos.
Pues nadie me callará. Nadie. Porque cuando todo está perdido, a mí siempre me quedan las palabras, y la esperanza.