Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Aprender a desconfiar

Sí, tropezamos dos veces con la misma piedra; aunque pensándolo bien, creo que la cita se queda corta. Tropezamos infinidad de veces con la misma piedra y, lo más grave, una parte de nosotros mismos sabe que es casi inevitable.
Me gustaría llevar en la muñeca una pulsera con alarma que me alejara de las falsas apariencias, que me protegiera de la hipocresía y la mentira. Puede que tenga algo, dentro de mí, que se sienta atraída por la gente traicionera. El pensamiento más fácil quizá sea que, por desgracia, he tenido mala suerte.
Es una verdad enorme: tengo mucho que aprender. Ojalá fuese del tipo de personas que no confían fácilmente, que se resisten a cruzar el estrecho margen que existe entre la desconfianza y la confianza. Supongo que los golpes del camino, terminarán por endurecerme. Y eso es lo que más miedo me da. Porque nadie nos enseñó a distinguir entre una mentira y una verdad; está claro que mi intuición ha fallado bastante. Mi gran consuelo es que, más de una vez, ha dado en el blanco.