Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

domingo, 21 de febrero de 2010

Una especie difícil

Pequeños placeres: una cena con buena conversación. Escribir sin límites de tiempo ni espacio. Reír desde dentro. Un baño caliente y después, dejar que el viento seque el pelo. Una cama mullida, y compañía en ella. Un libro apasionante. Una canción para cantar hasta la saciedad. Una poesía que te desordene las ideas. Flotar en una colchoneta oliendo la brisa del océano.
Casanova experimentó el placer del sexo, el Marqués de Sade se hizo adicto al chocolate y la cocaína y el opio llevaron a Freud a contraer dolorosos cánceres de boca.
El deseo y el placer sin control, peligrosas armas para inconscientes. La adicción, a lo bueno o a lo malo. Afilado. Impactante. Absorvente.
Sería tan fácil abandonarse. Instalarse en una analgesia congénita, donde el dolor es sólo una utopía. Pero, cuánto vacío dejaría la ausencia del sufrimiento, de la rabia o la tristeza. Porque somos un puzzle rocambolesco, a veces sin mucho sentido, principio o fin. Caóticos. Demasiado adaptados. Supervivientes. Próximos. Llenos de rarezas y manías. Incomprensibles en muchas ocasiones. Masoquitas (o sádicos). Mentirosos. Maravillosos.
Complejos.

Adoro los placeres sencillos. Son el último refugio de las personas complejas.
Oscar Wilde

3 comentarios:

JuanMa dijo...

Y es el no comprendernos del todo lo que nos hace fascinantes...

Besos adictivos.

El búho rojo dijo...

en el fondo, no hemos dejado de ser personas... tal vez sea por eso

Un beso

Anónimo dijo...

Como me encantan todas tus entradas lore, me he puesto al dia y las he leido todas toditas.