
Qué ilusión tan grande, lanzarte al vacío en busca y captura de tu sueño. Hoy sentía eso mientras veía como un pequeño sobre se llevaba mi imaginación, cargado de letras y esperanzas. No puedo evitar sentir un cosquilleo, que no sé si son nervios, impaciencia, dudas, alegría ¡o todo a la vez! ¿No os da la impresión muchas veces de que estáis cometiendo una locura pero que
es lo mejor que habéis hecho nunca? Qué curioso. Ahora estoy aquí, feliz como una lombriz, deseando que pase rápido el tiempo y con el deseo de recibir una llamada de teléfono dándome una buena noticia...Si eso no ocurre, sentiré un poquito de tristeza pero, no me arrepentiré. Quien no arriesga, no gana. Quien no intenta lo imposible, no logra nada. Y este estado de embriaguez de sueños,
es realmente maravilloso.
6 comentarios:
Tal vez la esperanza es la puerta que comunica la realidad con los sueños... Será mejor no dejarla nunca cerrada...
No dejes de soñar nunca y si aterrizas y te das la leche, no pasa nada porque como bien dices el que no arriesga no gana, y si arriesgarse no hay vida.
¡Animo!
Los frustrados señalan con el dedo al soñador, pero el soñador está ocupado cumpliendo cosas.
¿Cómo era...?
Ah, sí.
"Había una vez uno que, por no saber que era imposible, lo consiguió".
Un (b)eso
Hay por ahí un blog que dice "como no sabían que era imposible lo hicieron".
Después de leer tu post se me ocurre que también valdría... "como no sabían que era un sueño, lo hicieron"
Suerte y que lleguen esas letras que esperas.
un saludo
desahogandome.blogia.com
Totalmente de acuerdo contigo; yo nunca me he arrepentido de mis impulsos,que no locuras...
Suerte,amiga;a veces nos compensa el riesgo.Un besazo seguro..
Que sería de nosotros sin los sueños!!! =_O
Me acordé de un texto, pero no me acordaba del autor ..finalmente lo he encontrado :-)
Revolvía sueños, propios, ajenos. Tomaba lo que más le gustaba de ellos, coleccionaba imágenes, colores, sonidos. Como era muy metódico y ordenado, había decidido clasificarlos y de tanto en tanto se solazaba contemplándolos (...)
Jorge Medina
Publicar un comentario